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jueves, 23 de enero de 2014

Posesiones




Tengo el canto de los loros verdes que son libres como mi utopía,
tengo la alegría de la tecnología, de ver a mi madre y su pareja en una casa hermosa perdida en el Caribe,
tengo la dulzura de saberme viva y de haber vivido hasta ahora todo lo que he querido,
tengo en mi pecho acurrucado a cada uno de los hombres que han pasado por mi vida,
tengo la nostalgia de la distancia,
y la amargura de los desencuentros
tengo el complejo de Electra, nutriéndose de mis recuerdos
tengo la divinidad de un domingo lluvioso por la tarde
y de mi propia compañía
tengo la esperanza de seguir viviendo y de seguir soñando
tengo mis fuerzas y mis atrevimientos
tengo un amor adolescente, que se alimenta de mi propia imaginación
tengo a mis mejores amigos cerca
y a mis mejores amigos lejos
tengo el sueño de darle la vuelta al mundo
y la convicción de que lo haré
tengo la historia de la humanidad persiguiendo un ideal imposible
tengo la ingenuidad de una quinceañera que espera la llamada de su amor platónico
tengo la experiencia de una mujer adulta
y la inconformidad de una de 17
tengo la rebeldía de una extranjera que se niega a aceptar las fronteras
tengo un puñado de sentimientos que cuido celosamente
tengo un té sobre mi mesa
y tengo unos Camel que me tientan
tengo muchas tentaciones, pero ninguna más fuerte que la ausencia
tengo la fidelidad de mis recuerdos, y el Alzheimer de mis resacas
tengo a un músico interno, que me pide a gritos agarrar una guitarra
tengo mi lado lésbico que extraña una buena conversación
tengo mi reloj biológico sin baterías
tengo la impaciencia de querer seguir descubriendo
tengo poco dinero y muchas ganas
tengo mis realidades paralelas, y tengo mi realidad difusa
tengo un piso vacío, y a la vez lleno de todas mis aspiraciones
tengo ganas, muchas ganas, tengo energía, tengo confianza...
y aunque todas estas posesiones no se sostengan más que con la ficción, aún así, me tengo a mi.

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