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lunes, 19 de agosto de 2013

Las despedidas


La parte más dura de viajar son las despedidas. Hemos encontrado a gente muy especial en nuestro camino... hay todo tipo de personas y conexiones en este mundo. Por ejemplo, hay una diferencia entre la gente excepcional y la gente extraordinaria. La gente excepcional, es aquella cargada de sonrisas, buenas vibras, química, amor, aquella que sientes que conocías desde niño, con la que conectas inmediatamente y cruzas los dedos para que se vuelvan a ver y la amistad generada tan fugazmente, perdure siempre a pesar del tiempo y la distancia. La gente extraordinaria, es aquella que te marca irreversiblemente (aunque solo la veas una vez en la vida).

USHUAIA:
Cuando llegamos a Ushuaia, eran las 10pm, la ciudad estaba solitaria y fría...y nosotros no nos habíamos comunicado con nuestro anfitrión de Couchsurfing Julio. Él pensaba que llegaríamos al día siguiente. En la Isla Grande de Tierra del Fuego, las distancias son largas, y para más inri, hay varios pasos de inmigración entre Argentina y Chile, lo cual hace que uno tarde aún más en llegar. Por eso, cuando se trata de calcular los tiempos de llegada a la ciudad, los ushuaieños se lo toman con calma.

Llegamos a casa de Julio a eso de las 10:30pm, pero él no estaba. Estábamos cansados y muertos de hambre luego de un viaje de 48 horas en bus, y queríamos finalmente llegar a un hogar calentito. Logramos comunicarnos con él gracias a una red de WiFi libre que encontramos en la calle, y acto seguido, Julio se apareció en su casa. Pasamos la noche hablando, conociéndonos y cerramos con broche de oro: pidiendo 1 kilo de helado que nos llevaron a casa a las 2am (y que nos comimos en cuestión de pocos minutos). Ese episodio, sellaría el nacimiento de una amistad hermosa.

Conocimos el Lago Esmeralda, el "Glaciar" Martial, las castoreras y los castores, Puerto Almanza, la Ruta J, el Lago Victoria...y tuvimos el mejor road trip que había tenido en mi vida hasta entonces! Sesión de guerra de fotos, buena comida, buena música, buenas conversaciones y helados todas las noches.

En principio, íbamos a pasar solo 3 días en Ushuaia. Pero entre Julio y los horarios de buses, terminamos quedándonos 1 semana. La despedida, como todas, no fue fácil. Recuerdo haber abrazado a Julio a las 2am, justo antes de dormir, la noche antes de nuestra partida. Nuestro bus salía a las 6am, así que dormiríamos poco. Cuando nos abrazamos, sentí en un solo gesto, la alegría de haber coincidido, y la saudade que acompaña el cierre de un capítulo maravilloso como lo fue Ushuaia en nuestras vidas.

Julio se convirtió en una persona excepcional en mi vida y cruzo los dedos para que nuestra amistad perdure a pesar de la distancia y el tiempo.

Julio y yo comiendo nuestro tradicional helado nocturno, bajo la mirada sorprendida de Johan 

EL CHALTÉN:
Llegamos a El Chaltén a eso de las 8pm, caían los últimos rayos de luz del día, pedimos un mapa del pueblo, y preguntamos si conocían a Florencia, la persona que nos recibiría en su casa. Por supuesto que la conocían.

Fue fácil encontrar la casa de Flor, vivía en la parte más elevada del pueblo, en una casita humilde que a la vez servía de abasto para vender alimentos básicos a los lugareños y turistas. Cuando llegamos a su casa, había una verdadera reunión internacional: dos argentinos que estaban recorriendo Argentina en bicicleta, una pareja de estadounidenses, dos francesas, una alemana, un israelí, una pareja de franceses, un estadounidense que viajaba en moto y dos amigos franceses que habían coincidido con nosotros en la misma casa días antes en Puerto Natales (Chile).

Estaba hablando con el estadounidense que viajaba en moto, eran aproximadamente las 9:30pm cuando de repente, entró a la casa un mexicano, que al enterarse que éramos venezolanos, nos dio la noticia de la muerte de Chávez. Johan y yo nos quedamos en shock. Así conocimos a Coco.

Para asimilar la información, nos fuimos Johan, Coco y yo afuera de la casa a fumarnos un cigarrillo. Él nos contó que había empezado su viaje desde México hacía 18 meses, y que lo había hecho todo en bicicleta. Un total de 21.000kms en todo ese tiempo. Nosotros le contamos de nuestro viaje, de los lugares adonde habíamos estado y los que quedaban por visitar...un trío de sonrisas sinceras marcaron el inicio de una amistad mágica. A partir de ese momento, y durante 2 días, solo nos separamos para dormir.

Coco es un loco que alimenta sus sueños, y tiene la determinación o terquedad suficiente para hacerlos realidad. Luego de pasar las primeras 24 horas compartiendo con él, su frescura, calidez, sinceridad, sentido del humor y humildad, me dejaron encantada. Coco tiene cierta combinación de características que no se consigue fácilmente entre los hombres.

En medio de mi estado de encantamiento, me puse a analizar objetivamente lo que hacía maravilloso a Coco. El mensaje era claro: creía en sus sueños, ponía todo su empeño e ingenio en hacerlos realidad, conservaba su humildad, le daba rienda suelta a su sentido del humor y seguía siendo un ser humano. Todo eso en conjunto, lo hace una de las personas más extraordinarias que he conocido en mi vida. Una de esas que no olvidaré nunca, que de solo recordarla, me dará impulso para seguir construyendo mis propios sueños.

La noche antes de partir de El Chaltén hacia El Bolsón, Coco cocinó una salsa a la boloñesa y comimos todos juntos en familia. La noche anterior, se habían sumado al menú de huéspedes internacionales, un catalán (Guillermo), un ruso (Pavel) y dos franceses más. Luego de la cena, tuvimos una sesión de peluquería, cortándole el cabello a uno de los franceses y a Johan. Y acto seguido salimos todos juntos de fiesta al único boliche abierto en el pueblo.

Cuando llegamos al boliche, había una clase de salsa que le imprimió un toque surrealista a la noche...fuimos llegando a cuentagotas, pero al final éramos una peña consolidada: Coco, Johan, Guillermo, Pavel, 3 franceses, Flor, su marido Mario y yo. Pasamos una noche muy divertida -con concurso de baile incluido- y a eso de las 3:15am, Johan y yo nos despedimos de todos y nos encaminamos hacia la estación de buses, desde donde salía nuestro bus a las 3:50am.

En el camino a la estación de buses, libré una batalla entre la nostalgia y la felicidad. Nunca he sido buena para las despedidas, y ésta en particular era una despedida muy simbólica.

La batalla la ganó la felicidad. Recuerdo haber caminado zigzagueando las últimas 2 calles, riéndome a carcajadas...sintiendo cómo la felicidad me hacía cosquillas en el pecho.

Coco se convirtió en una persona extraordinaria en mi vida.

Coco, Johan y yo con el Cerro Fitz Roy de fondo

Instantes eternos



Hasta cierto momento de mi vida, veía para atrás y recordaba los momentos de felicidad solamente en retrospectiva. No lograba ser consciente de la inmensidad de los momentos de felicidad hasta que ya habían pasado.
Con el paso de los años, he logrado identificar los momentos en los que estoy siendo genuinamente feliz. De hecho, ahora que soy consciente de ellos, los vivo plenamente. Y en ese vivir, algo mágico sucede, y se vuelven eternos...se congelan en el tiempo, y puedo revivirlos una y otra vez, durante el tiempo que quiera.
Son míos, son mi bagaje, son las columnas de mi vida, lo único que realmente poseo. Lo que me ayuda a seguir adelante y a levantarme si me he caído.
Entre Diciembre de 2012 y Mayo de 2013, la curva de la felicidad, pasó a ser una recta...fueron muchos los momentos de éxtasis, fueron muchos los momentos que se congelaron en mi cabeza para siempre...seguramente muchos de ellos los recordaré el segundo antes de mi muerte, como evidencia indudable de que he vivido. En esos meses, viví momentos que me confirmaban que estaba viva, y que la felicidad es inmensurable y puede llegar a ser infinita, eterna.
La mejor manera de resumir esos 5 meses de vida, son estos instantes que los hice míos y que tienen un espacio eterno en mi memoria:

- Detener el tiempo, y ver en pausa a mi familia dándonos el "Feliz Año 2013", y agradecer ser parte de ella.
- Despertar en el bus de camino a San Francisco de Uyuni y lo primero que veo es el Roraima y el Kukenán majestuosos en medio de la sabana.
- Abrir los ojos la primera noche, mientras dormía en mi hamaca, y ver entre los árboles la Luna y las estrellas.
- El minuto de silencio que tuvimos en la cima del Roraima, en el que pudimos "escuchar nuestras neuronas moverse".
- Quedarnos mudos por la belleza del cielo estrellado del Campamento Kukenán la última noche de la excursión.
- Zally sirviéndonos sopa+deseos la primera noche en su casa, justo antes de la ceremonia de Ayahuasca en Florianópolis.
- Abrir los ojos en la ceremonia de Ayahuasca, y conectar sonrisas+felicidad+brillo en los ojos con Johan, que estaba al otro lado del templo.
- Caminar por La Prainha (Guarda do Embaú) y no entender cómo puede ser posible tanta belleza.
- Ir a dormir, muertos de la risa por estar felices de haber conservado el ranchito en Guarda do Embaú, la noche que cayó la tormenta.
- El reencuentro con Celso en el medio de una acera cualquiera en Porto Alegre. Abrazarnos y no necesitar palabras.
- Llegar al Chass y tomarnos una caipirinha preparada por Diego en Valizas, mientras admiramos la belleza y la buena vibra del pueblo y la playa.
- Ver a Baires mientras llegábamos en barco y llorar de la alegría.
- Abrazar a Teo, y creer en la relatividad del tiempo.
- Manejar el timón de un barco por el Canal Beagle.
- Reír hasta tener dolores abdominales durante la guerra de fotos, en una de las playas de la Ruta J en Tierra del Fuego con Johan y Julio.
- Sentarnos en un mirador en pleno atardecer naranja el Día 1 de la ruta W en Torres del Paine, y ver por primera vez un glaciar en compañía de Tim y Johan.
- Ver el amanecer multicolor desde las Torres del Paine, y sentir la satisfacción de haberlo logrado.
- Conocer a Coco y entender que la clave más importante para realizar los sueños, es creer en ellos.
- Salir de fiesta con la gente del Chaltén, participar en el concurso de baile con Guille, disfrutar de la última noche en el pueblo y caminar zigzagueando la calle, riendo a carcajadas de la alegría, hasta llegar al bus que nos llevó a El Bolsón.
- Abrazar finalmente a mi Jo, que nos recibió en Santiago con un desayuno criollo preparado por él.
- Despertar en el bus, llegando a San Pedro de Atacama luego de 24 horas de viaje...y ver los impactantes paisajes lunares del desierto chileno.
- Habernos conseguido por casualidad: a Tom 4 veces (hostal en Floripa, concierto en Baires, calle en Ushuaia, bar en Santiago), a Nacho (hostal en Colonia del Sacramento, oficina de inmigración en el medio de la nada en Bolivia), a Torsten (Salar de Uyuni, Carretera de la muerte), a Guille (El Chaltén, restaurant en Cusco).
- Ver el atardecer sobre el Salar de Uyuni desde una montaña de cactus, solo conmigo.
- Desayunar con el amanecer más espectacular de mi vida en pleno Salar de Uyuni.
- Sobrevivir al trayecto de bus entre Uyuni y La Paz.
- Sentir la adrenalidad de la velocidad mientras descendíamos en bici por la Carretera de la Muerte, rodeados de cascadas y precipicios increíbles.
- Mascar hojas de coca, y sentir cómo se dormía mi lengua.
- Sufrir la falta de oxígeno por la altura en Pisaq, y entender que soy falible.
- Sobrevivir a la ruta en bici entre Moray y las Salinas de Maras...rodeada de paisajes espectaculares del altiplano peruano.
- Luchar con mi cansancio y el amanecer inminente para ser los primeros en entrar al Machu Picchu.
- Admirar el Machu Picchu desde la cima del Wayna Picchu, y decirnos Johan y yo lo mucho que nos queremos.
- Ver el amanecer junto a Guille con una vista de 360º desde la cima del Putucusi.
- Ver cómo llegó para quedarse una sonrisa perenne en Johan desde que llegamos a Tarapoto.
- Despedirme en Frankfurt de Johan, mi primo hermano y compañero de viaje, con un nudo en la garganta de felicidad...solo nosotros sabemos lo que vivimos en estos 5 meses.


De cómo Indonesia me llevó a Suramérica



Fue durante el mes de Agosto de 2012, cuando regresaba de haber pasado casi un mes viajando
sola por Indonesia. Regresaba llena de emociones, porque había vivido unas semanas maravillosas
llenas de felicidad. Durante esas semanas, había vivido 3 viajes diferentes dentro de uno: una semana sola entre la disfuncional Jakarta y la incomprensible Yogjakarta, habiendo visitado los templos de Borobudur y Prambanan (al que fui en bicicleta desde Yogjakarta); la segunda parte del viaje, la pasé entre Bali y Nusa T., con Inga y Adilson; y la tercera parte del viaje, comenzó cuando me despedí de ellos en el centro turístico de Bali, y tomé un bus hacia el centro geográfico de la isla, donde están los arrozales: un pueblo llamado Ubud.
Ahí, pasé un par de días para mi sola. Caminando entre arrozales y mimándome.
Luego, tomé un bus hacia la costa, y tomé un barco hacia las Islas Gili. Las Islas Gili son 3 granitos de arena en el Océano índigo, entre Bali y Lombok.
Mientras esperaba a hacer la transferencia entre el bus y el barco, conocí a Sal, un francés de 23 años lleno de alegría y energía. Para el momento en el que nos subimos al barco, ya éramos amigos-compañeros de viaje asumidos tácitamente.
En el barco, conocimos a Jarrid, un alemán de 21 años, que volvía a Gili Trawangan (la más grande de las Gilis) luego de varias semanas de haberla visitado por primera vez. Estaba muy emocionado...hasta me atrevería a decir que casi lloraba de la felicidad cuando vio acercarse la isla en nuestro panorama.
Compartimos la hora y media de viaje, sobre el techo del barco. Cuando llegamos a la isla, decidimos hospedarnos en el mismo lugar.
Esa noche salimos de fiesta a un barcito de playa llamado "Silent Disco", donde la música era escuchada solo a través de audífonos, y la gente bailaba en "mute".
Esa noche conocimos a Agnes, una holandesa de 25 años que tenía 9 meses viviendo en Gili Trawangan, trabajando como instructora de buceo.
Mi panorama era el siguiente: Sal, llevaba un año viviendo en Australia, trabajando en casi cualquier cosa, aprendiendo inglés y viajando cada vez que podía; Jarrid, un alemán que llevaba más o menos el mismo tiempo, viajando y trabajando; y Agnes, que visitó Gili T. y decidió quedarse a vivir ahí indefinidamente.
Para hacer la historia corta, esos días viví con ellos momentos de mucha liberación y felicidad
y sobre todo, empecé a pensar que lo que ellos estaban haciendo, era un sistema de vida que a mi me hubiera gustado hacer, pero que quizás ya no tenía la edad para hacerlo, si quería formar una familia.
Para la fecha en la que viajé a Indonesia, tenía 10 meses de haber terminado con mi pareja. Ese viaje significaba para mi un escape a mis propios pensamientos, porque todavía lo amaba.
Entonces, sucedió que al regresar de Indonesia tuve pensamientos existencialistas muy fuertes...y me puse a evaluar qué hechos concretos me habían hecho tan feliz en Indonesia. La respuesta era fácil: los momentos donde estuve feliz (que fueron muchos y muy repetidos) tenían que ver con ver el cielo estrellado, admirar el vaivén de las olas, bucear y ver el espectáculo de colores y especies que viven debajo del mar, sentir la efervescencia de las nuevas amistades, y el amor correspondido, despertar con un concierto improvisado de guitarra, o simplemente no pensar en el mañana, ni en el ayer...vivir el hoy.
Cuando desperté de ese "sueño", estaba sola trabajando en la oficina de 30 metros cuadrados desde donde prestaba mis servicios para una empresa alemana ...por supuesto que la bofetada fue memorable.
Tardé poco tiempo en decidir que quería seguir viviendo el presente, haciendo algo que siempre me ha hecho muy feliz: viajar.
Viajar me permite ver todos los días algo nuevo, aprender, conocerme a mi misma, pensar, respirar, admirar la naturaleza, sentirme una con el Universo. Todo en conjunto: viajar me hace feliz.
Entonces, evalué mi situación global y me di cuenta que nunca antes había estado en una mejor condición para emprender un viaje largo, continental: no tenía pareja, ni mascota, ni hipotecas u otras deudas, no estaba estudiando nada, no tenía obligaciones de ningún tipo...si bien es cierto que todos somos libres por definición, yo en ese momento me di cuenta que por primera vez en mi vida era redundantemente libre.
De manera que tomé la decisión...me iría de viaje. Ahora vendrían las siguientes cuestiones: ¿adónde?, ¿cuándo?, ¿por cuánto tiempo?. Todo confluyó.
Mi pasaporte vencía en exactamente un año, por lo que tenía que viajar pronto, antes de esperar los tiempos insanos que la burocracia venezolana tardaría en renovarlo. Luego, me había prometido pasar las fiestas de Navidad y Año Nuevo en Venezuela, porque me hacía falta ver a mi familia y sobre todo porque había nacido mi sobrina Sara Valentina, y luego de un año aún no la había conocido. Entonces, ya tenía respondidas las primeras dos cuestiones: Latinoamérica, en Diciembre de 2012. Faltaba decidir por cuánto tiempo viajaría, pregunta que me contestó la ley española: solo podía ausentarme de España 6 meses en el plazo de un año para no perder la residencia...y en Indonesia había pasado casi un mes, así que me iría a Latinoamérica los 5 meses restantes que podía.
El 15 de septiembre compré mi billete Barcelona-Caracas-Bogotá-Barcelona. Con fecha de ida el 16 de Diciembre 2012 y regreso el 10 de Mayo de 2013. Era un proyecto tan grande, que no me lo creía...
Luego llegó mi cumpleaños. Ese año cayó miércoles, y lo celebraba en mi hogar en Barcelona, con todos los buenos amigos que vivían en la Ciutat Comtal. La reunión iba de maravilla, cuando de repente, llegó el Gordo acompañado de una sorpresa: mi primo Johan, que vivía en París, había venido de sorpresa a celebrar conmigo mi cumpleaños. La emoción era GIGANTESCA...esa noche estuve muy feliz.
Luego de la emoción de la sorpresa, no tardé en contarle a Johan sobre mi plan de irme a Latinoamérica a viajar durante 5 meses. Él, de inmediato se emocionó mucho...y consideró la posibilidad de unirse al plan. Recuerdo haber estado hablando en la cocina de la casa incansablemente, hasta que escuchamos la persiana de la panadería de al frente abrir...eran las 6am. No habíamos dormido nada, y yo entraba a trabajar a las 8am.
Recuerdo haber escuchado juntos en el balcón de mi casa 2 canciones de Calle 13 que eran alegóricas al tema: Latinoamérica y La vuelta al mundo.
Pasamos una semana increíble compartiendo juntos en Barcelona, y Johan regresó a París con la idea en mente, con el propósito de pensarlo mejor estando allá.
Pasaron unas 2 semanas, cuando Johan me llamó para decirme que viajaríamos juntos por Latinoamérica.
La pre-producción consistió en pedir recomendaciones a todos los amigos que habían viajado o que eran originarios de Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia...y a partir de una extensa lista de lugares recomendados para visitar, hacer un paseo virtual con Google Images + Maps, para decidir a cuáles ir y a cuáles no, en qué orden visitarlos, cuánto tiempo pasar en cada uno, cómo llegar de un lugar a otro, etc.
Literalmente, tanto Johan como yo, cada uno desde sus ciudades de residencia, estábamos impacientes contando los días para que llegara el 16 de Diciembre.
Las semanas previas al viaje, yo ya sentía que estaba viajando...por las conversaciones que tenía con mis amigos, la intensidad de las despedidas de "Barceloca", el "homesick" precoz, la nostalgia por no ver a mi ex por todo ese tiempo (y que quizás al regresar, él tendría una nueva compañera en su vida), los apegos que poco a poco lograba desapegar...hasta que llegó la noche antes del viaje, en la que compartí con varios amigos que fueron a visitarme a la casa y que literalmente me acompañaron hasta el último segundo que estuve ahí antes de salir de mi casa para no volver en los próximos 5 meses.
Salí esa noche a las 2am de casa, con Sam, Paty, Cuki y Carles, caminando con mi mochila
hasta el metro Monumental...como si se tratase de la tradición de Año Nuevo, saliendo "equipada" con mis maletas de noche a recorrer las calles. Mis amigos siguieron andando, y yo tomé el metro con Carles hasta la estación Passeig de Gràcia, donde nos separamos...yo seguí mi camino, que incluía Nit Bus hasta el aeropuerto, y cuando llegué al aeropuerto, aún no me creía que realmente estaba haciendo mi sueño realidad!
Tomé el primer vuelo Barcelona-Frankfurt. En Frankfurt, nos conseguimos Johan y yo, en medio del Duty Free, como si de una casualidad se tratase, y el primer comentario que hicimos luego de abrazarnos fue, justamente, "no me puedo creer que lo estamos haciendo finalmente!". Así comenzó nuestro viaje.
Las 9 horas de vuelo entre Frankfurt y Caracas pasaron volando, literalmente. Llegamos a Maiquetía y Leo nos había ido a buscar con la bella Carlota. Luego sí que se hicieron largas las 2 horas y media que tardamos para llegar desde Maiquetía hasta el salón de fiestas de Alejo y Mary, donde nos esperaban nuestros amigos para darnos la bienvenida. La noche se hizo corta...al terminar la fiesta, me fui con Leo y estuvimos hablando del pasado y del presente, como dos ex que se aman y se respetan, pero sobre todo como dos amigos del alma.
Luego de Caracas, fui a Barquisimeto a compartir con mis hermanos, la abuela Rosa y con mi papá.
Y de ahí viajé a Margarita, adonde pasaríamos las fiestas reunidos en familia. Siempre recordaré esas Navidades como una de las más felices de mi vida.
Llegó el 4 de Enero de 2013, fecha en la que oficialmente comenzaría nuestro viaje. Johan y yo tomamos un avión desde Margarita hasta Puerto Ordaz...y desde ahí, tomamos un bus en la noche en dirección al poblado San Francisco de Uyuní, desde donde el 5 de Enero comenzaríamos nuestra primera aventura: subir el imponente Roraima.

Johan y yo con el Roraima de fondo...en el día 1 de nuestro viaje


lunes, 15 de julio de 2013

Introducción a la Selvalogía

Mi nombre es Selva, nací a las 6:00 pm del 19 de Septiembre de 1980 en Caracas (Venezuela) en el seno de una familia hermosa y unida. El resto de lo que puedo decir de mi, es variable. 

He aprendido con los años que las definiciones cortas son las más exactas, y en mi caso es igual...Todo lo que puedo decir con exactitud sobre mi, es que estoy en constante evolución y que la persona que era ayer, tiene mucho de la que soy hoy -aunque no es la misma-, ni soy igual a la que seré mañana.

Una tarde me descubrí pensando en las dinámicas que se suscitan en el mundo, tratando de comprender cómo se mueven los hilos de la sociedad, armando el puzzle de la felicidad como estadio recurrente y volviendo a tener pensamientos existencialistas que pudieran explicar quién soy yo (la de hoy) y qué carajo hago aquí...y decidí que para comprender el mundo que me rodea, debía empezar por estudiarme a mi misma. 

De manera genuina, tomé el diccionario y busqué el significado de "selva". Leí la definición, esperando que la Real Academia me ahorrara años de pensamientos retóricos y lo que conseguí -aunque no me ahorrará ni un segundo de existencialismo- me hizo reír y comprender que los diccionarios tienen un sentido del humor refinado. Los términos selva, jungla y bosque tienen como segunda acepción "gran desorden, confusión, asunto complejo".

¡Bienvenidos a la Selvalogía!