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viernes, 24 de enero de 2014

Éxtasis



Un boleto hacia un lugar desconocido,
que promete sensaciones inéditas.
Me arriesgo más de lo que lo he hecho hasta ahora,
y lo tomo,
hago una cuarta parte del viaje
y me detengo a pensar que sigo en el mismo lugar.
Tu rostro que me mira, ya es viaje suficiente...
cada una de tus arrugas en la cara
es como el delta de un río
que me invita a navegar imaginando que estoy en el Orinoco,
o en el Amazonas,
o en el Apure...
me invita a lanzarme,
y a nadar por mis ocurrencias.
Me invitan a seguirte
y a creer más en mis sueños,
a arriesgar,
a vivir,
a no temer,
a disponerme a perderlo todo
para tenerme a mi misma...
decido entonces llegar a la mitad del viaje,
y ahora lo veo todo un poco más claro.
Vamos a la casa?
Sí, vamos...
una alegría que se vive más intensamente con un buen cuba libre.
O dos,
o tres...
cuéntame de tu vida,
hablemos del rock latinoamericano de los 90s...
y si viajáramos juntos a Asia?...
y si hacemos las tres cuartas partes del viaje?
Lo hacemos, de hecho.
Tacones y traspiés,
ritmo indomable de mis piernas ebrias de éxtasis, amor y ron.
Anhelos de sentir,
de piel,
sueños adolescentes,
buena música,
una pista de baile solo para nosotros.
Hagamos de este viaje, un viaje completo.
Y lo hacemos
...lo hacemos totalmente,
me pierdo en mis pensamientos,
me confundo entre los tuyos,
viajo...
viajo lejos,
siento,
respiro,
tiemblo,
la polaroid de mis ojos toma instantáneas vacilantes,
te veo a media luz,
me ves medio desnuda.
Estoy entrando en la espiral de la serotonina,
te deseo,
siento que me deseas,
tengo sed
...mucha sed.
De ti.
Nos bebemos hasta la saciedad...
Black out.
Amanece.
Te extraño.
sigo en el mismo lugar
...y me queda la resaca de no tenerte.

jueves, 23 de enero de 2014

Posesiones




Tengo el canto de los loros verdes que son libres como mi utopía,
tengo la alegría de la tecnología, de ver a mi madre y su pareja en una casa hermosa perdida en el Caribe,
tengo la dulzura de saberme viva y de haber vivido hasta ahora todo lo que he querido,
tengo en mi pecho acurrucado a cada uno de los hombres que han pasado por mi vida,
tengo la nostalgia de la distancia,
y la amargura de los desencuentros
tengo el complejo de Electra, nutriéndose de mis recuerdos
tengo la divinidad de un domingo lluvioso por la tarde
y de mi propia compañía
tengo la esperanza de seguir viviendo y de seguir soñando
tengo mis fuerzas y mis atrevimientos
tengo un amor adolescente, que se alimenta de mi propia imaginación
tengo a mis mejores amigos cerca
y a mis mejores amigos lejos
tengo el sueño de darle la vuelta al mundo
y la convicción de que lo haré
tengo la historia de la humanidad persiguiendo un ideal imposible
tengo la ingenuidad de una quinceañera que espera la llamada de su amor platónico
tengo la experiencia de una mujer adulta
y la inconformidad de una de 17
tengo la rebeldía de una extranjera que se niega a aceptar las fronteras
tengo un puñado de sentimientos que cuido celosamente
tengo un té sobre mi mesa
y tengo unos Camel que me tientan
tengo muchas tentaciones, pero ninguna más fuerte que la ausencia
tengo la fidelidad de mis recuerdos, y el Alzheimer de mis resacas
tengo a un músico interno, que me pide a gritos agarrar una guitarra
tengo mi lado lésbico que extraña una buena conversación
tengo mi reloj biológico sin baterías
tengo la impaciencia de querer seguir descubriendo
tengo poco dinero y muchas ganas
tengo mis realidades paralelas, y tengo mi realidad difusa
tengo un piso vacío, y a la vez lleno de todas mis aspiraciones
tengo ganas, muchas ganas, tengo energía, tengo confianza...
y aunque todas estas posesiones no se sostengan más que con la ficción, aún así, me tengo a mi.

Incesante




Mi existencia, como la de todos, comenzó sin mi presencia consciente. Ahora, pudiera definirla como una mezcla de pensamientos que cambian a diario. Sin una moral definida, solo atendiendo a lo que mi corazón me pide. No tengo muy claro aún lo que quiero hacer con mi vida, pero de lo que sí estoy clara, es que cada vez que soy yo libremente, me siento más viva que nunca.
Cuando miro al horizonte, siempre busco el Ávila...pero en su lugar está el Tibidabo, y con él, la certeza de que ya no vivo en donde solía vivir...un lugar al que poco a poco dejo de pertenecer, pero en el que pienso más veces de las que quisiera.
Al final de todo, ya he entrado en la vorágine de ser extranjera...que en resumen, es ser ciudadana del mundo. Nunca más estaré cómoda en un solo lugar, nunca más tendré a todos los que quiero en un mismo país...las fronteras no existen más para mi, tengo dos piernas que me llevarán hasta donde quieran, siempre siendo fiel a mi misma. A nadie más.
Ayer fue El Ávila, hoy es el Tibidabo, quizás mañana sea Sulawesi o el Machu Pichu, o el Everest...
Desde el primer día hasta hoy, no he dejado de respirar, de latir, de sentir. Existencia incesante.